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La casa de Cristián Boza Díaz: EL ARQUITECTO QUE AMÓ LA ARQUITECTURA

Por: Pablo Altikes PinillaFotos: Pablo Altikes Pinilla

Emplazado en una casona en Vitacura de mediados del siglo pasado, rodeado de un bellísimo parque con árboles añosos y rincones para relajarse, este proyecto se consolida como una plataforma de experiencias humanas.

El 26 de septiembre de 2019 me llamó la señora Diana, esposa de don Cristián, para contarme que había salido del coma y que ese día lo iba a visitar su gran amigo y Presidente Sebastián Piñera. El llamado era para pedirme que fuera a revisar junto a él, la carpeta de planos del proyecto de las “Torres de la Norte-Sur”, que unirían nuevamente parte de la trama urbana del centro de Santiago que había sido cortada por esta gran autopista.

Al llegar a la clínica, tuve que pasar por varios protocolos, uno de los cuales fue vestirme con un traje especial para entrar a la pieza que se encontraba en la UTI. Ahí estaba don Cristián, esperándome para ver cada uno de los planos y perspectivas, en su mundo. La visita del Presidente era la oportunidad de mostrarle los avances del proyecto, no para ver cómo se encontraba de salud. Son esos los momentos en que uno se siente privilegiado al ver a este gran arquitecto de nuestra historia preocupado por la importancia de su trabajo para con su ciudad, donde la arquitectura está por sobre todo, ya que representaba el sentido de su ser y que era su forma de vida.
En su misa del 21 de enero de 2020, se regalaba una tarjeta que citaba el poema más importante de Walt Whitman “No te detengas”. Una de las imágenes que mejor lo retratan, y de manera muy temprana, es un dibujo de Edmundo Searle que lo muestra andando en moto en 1972 junto su esposa Diana y uno de sus hijos, y que aparece en el libro de Jorge Salomón Flores “La belle époque viñamarina, a través de la caricatura de Mundo” de 2007.

Escribió siete libros sobre arquitectura, fue uno de los impulsores de la Primera Bienal de Arquitectura de 1977 en nuestro país, decano de la Facultad de Arquitectura de la Universidad San Sebastián, prolífico arquitecto que comenzó su quehacer profesional al alero del movimiento moderno de fines de los 60, para convertirse en uno de los más destacados exponentes del movimiento posmoderno de los 80 y principios de los 90. Viajero incansable y erudito que, tal vez, tenía la biblioteca de arquitectura más importante de nuestro país y que le permitió entender los nuevos cambios de la arquitectura internacional y nacional para los efectos de poder diseñar uno de los parques más importantes de Chile, el Parque de la Familia de 2001, continuación del Parque de los Reyes, y que integró por primera vez en nuestra historia al río Mapocho.

Un arquitecto que junto a sus socios y colaboradores proyectó decenas de edificios en distintas ciudades, muchos de ellos icónicos hasta el día de hoy como por ejemplo: Plaza Lo Castillo en Vitacura, edificio Fundación y edificio de las Américas en calle Miraflores, y el actual CV Galerías ubicado al final de Av. Alonzo de Córdova, polo gastronómico de moda hoy en Santiago.
De manera unánime en el mundo de la arquitectura coinciden en que su obra maestra es su casa en Los Vilos de 1998. Este proyecto tuvo gran influencia, como él mismo cita en su libro “Arquitectura, los dibujos previos de 2015”, de la Casa Malaparte, obra moderna de 1937 del arquitecto italiano Adalberto Libera que está construida sobre una península rocosa y escarpada que mira el Mediterráneo al este de la ciudad de Capri, en Italia. En el caso de la casa de Los Vilos, esta también se emplaza en una península rocosa y se mimetiza con esta a través de tres grandes muros de piedra que van descendiendo hacia el mar y que contienen el programa arquitectónico y una calle peatonal entre los muros, por medio de la cual uno accede a los distintos recintos.
A diferencia de una casa tradicional, los dormitorios, el estar, el comedor y la cocina se disponen como vagones de tren a los cuales se accede por esta calle peatonal, haciendo que la interacción social se dé en el exterior. Lo mismo con la terraza jardín como espacio social público y que permite tener un espacio agradable, con una vista panorámica y mejor uso del terreno, ya que este en la parte de abajo es solamente roquerío.

Dentro del terreno de la casa se encuentra el parque de las esculturas, ubicado en la parte sur del terreno y al cual se accede por un puente que salva un gran acantilado que divide el terreno en dos. A lo largo de un cuarto de siglo, esta casa ha acogido innumerables reuniones y fiestas de la arquitectura, transformándose en un lugar de referencia de la disciplina nacional, y de cómo la arquitectura es un invitado dentro del territorio y donde debe alterar lo menos posible su contexto para que lo ponga en valor y no lo destruya imponiéndose. Esta casa debiera ser una visita obligada de todos los alumnos de arquitectura de primer año para que entiendan y aprendan lo que significa habitar en conjunto un territorio, donde el “yo” no está presente, sino el “nosotros”.
Un arquitecto que amó la arquitectura con pasión y que en su misa de despedida en la capilla del Colegio Verbo Divino los discursos del ex Presidente Sebastián Piñera y de la actriz Magdalena Max-Neef hicieron reír a carcajadas al incluir anécdotas sobre la vida de este hombre que no conoció la palabra “límites”. Fue una despedida alegre, como Boza lo hubiera querido.